Opinión: Un trauma llamado "Fito"


Un trauma llamado "Fito"

Un gran jugador es el alma, la esencia misma de un equipo. Alianza se escudó el torneo pasado en el goleador Rodolfo Zelaya, quien marcó 17 goles (incluído los juegos de semifinal y final del Clausura 2011). Por ese rendimiento fue catapultado a la Selección, donde destacó en la Copa Oro. Y como premio mayor, fichó hace un par de semanas por el FC Alania Vladikavkaz ruso.
Esa gran noticia, en lugar de motivar a sus ex compañeros, ha sido un fungicida interno. Ha sido la sombra que ha mermado el olfato goleador de los atacantes Rudis Corrales, Carlos Ayala, Rafael Burgos... y le ha pasado factura al último fichaje albo, el brasileño Leonardo Da Silva.
Todo mundo habla que Alianza vive el trauma "post Fito". Y todo comenzó cuando el campeón salvadoreño fue incapaz de marcarle, al menos, un gol al Motagua de Honduras, en el estadio Cuscatlán. Después tuvo un bajón contra Águila, en su gira por EE.UU., donde no podía contra un rival que jugó más de 50 minutos con nueve hombres. Al final hubo un gol y fue de tiro libre. No hecho por un delantero, sino por el volante Hérbert Sosa.
La prueba de fuego para medir si esa tesis era cierta o producto de la imaginación fue el jueves, por la ida en la fase previa de la "Concachampions". Los blancos cayeron en la red de la ansiedad. Muchas llegadas, pero nada de definición. Como consecuencia, no marcaron goles en casa y ahora están complicados para remontar en el Pizza Hut Park.
Seguramente, ningún jugador podrá ser igual o mejor que "Fito". Cada futbolista tiene su propia identidad. Pero el trauma es psicológico y lo peor de todo es que son los mismos jugadores quiénes están encerrados en esa burbuja. La salida de "Fito" debe ser visto más como la gran oportunidad para despuntar, para echarse el equipo al hombro, para ganarse más el aprecio del aficionado fiel que lo sigue a todos los estadios. El torneo local, para los capitalinos, inicia el domingo. Hay presión y lo habrá hasta diciembre, sin cesar. Es el campeón, no es cualquier equipo. Sus objetivos deben ser altos. Por ende, la demanda en las gradas por ver goles sigue en pie. Ya es tiempo que los jugadores de Alianza despierten. Fito ya no está.
Si dejan fugarse ese tren de oportunidades, lo lamentarán. Y si no superan el fantasma del jugador que vestía la camisa "22", necesitarán ayuda de un psicólogo. ¿Qué será mejor, la medicina preventiva o la medicina curativa? Ellos tienen la última palabra.

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